Escucha, contempla, navega, movilízate...
Siempre andamos de acá para allá... como si nos fuera la vida en todo lo que hacemos, hasta lo más insignificante, y no nos damos cuenta de que es la propia prisa la que se lleva nuestra vida...
El Adviento nos invita a escuchar, a contemplar, a navegar y a movilizar nuestro día a día.
Escuchar a Dios, también a los otros (que son como las sucursales de Dios para nosotros), atender a su palabra. ¿Ves lo fácil que es descolgar un teléfono, coger una llamada? Pues Dios nos lo pone a huevo todos los días... pero no siempre estamos dispuestos... nuestra "línea" está caída, o sobrecargada.
Contemplar los signos que nos va dejando... como los Magos la estrella, para saber y aprender a verle hasta en las más pequeñas cosas y en los más pequeños gestos.
Navegar, como navega el marinero confiado en las estrellas... hacia el fondo... sabiendo que al final Él se encontrará con nosotros, que no siempre le encontramos.
Y movilizar. ¡Movilízate! Porque una vida parada no conduce a nada. Hace falta también lo concreto, el compromiso real.
Y todo, porque Dios se hace pequeño, se entrega en pequeño, se da en pequeño para que podamos comprender la grandeza de la pequeñez, y la pequeñez de su grandeza.
Fuente:
http://www.jovenesdehonianos.org/adviento.html